CIENCIAS BIOLÓGICAS Y DE LA SALUD

Los desechos importan: ¿qué pasa cuando los pinos reemplazan a la selva?

La necromasa es clave para los ecosistemas, pero hay pocos estudios locales acerca de su cantidad y composición.


La investigadora Ma. Genoveva Gatti estudia la necromasa en la selva de Misiones. Foto: gentileza investigadores.
La investigadora Ma. Genoveva Gatti estudia la necromasa en la selva de Misiones. Foto: gentileza investigadores.

 

La necromasa es el conjunto de materia vegetal muerta que se acumula sobre el suelo y es esencial para el funcionamiento de los ecosistemas, ya que esos desechos son los que se transformarán y pasarán a nutrir a los organismos y a las plantas vivas. Por el crecimiento de la industria forestal, durante las últimas décadas las plantaciones de pinos reemplazaron a miles de hectáreas de selva nativa de la provincia de Misiones, lo cual generó cambios en las características de los detritos.

Conocer cómo está formada la necromasa, cómo cambia y cuáles son las causas de esas modificaciones resulta clave para lograr un manejo sostenible de las plantaciones. Un estudio desarrollado por científicos del Instituto de Biología Subtropical de Misiones (IBS, CONICET–UNaM) y de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) analizó las características de los desechos en ambos ambientes y descubrió similitudes y diferencias, y aportó importantes datos.

Los restos vegetales grandes como ramas, troncos caídos y otras estructuras muertas de los árboles funcionan como una esponja y son importantes reservorios de agua. Esa necromasa (palabra derivada del vocablo griego nekros: muerto) constituye un entorno propicio para la subsistencia de muchas especies, proporciona refugio a animales, plantas, hongos, líquenes y otros organismos que no podrían vivir en otras condiciones, por lo que se considera que cumple un rol fundamental en el funcionamiento de los ecosistemas y el mantenimiento de la biodiversidad.

El equipo compuesto por María Genoveva Gatti, investigadora asistente del CONICET en el nodo Puerto Iguazú del IBS; Silvia Clarisa Zaninovich, becaria doctoral de la misma institución y José Luis Fontana, profesor investigador de la UNNE, desarrolló el trabajo durante un periodo que se extendió por casi cinco años. Los investigadores colectaron, clasificaron, pesaron y analizaron material vegetal muerto del suelo de la selva misionera y de plantaciones de pinos y estimaron la cantidad de necromasa por hectárea.

“Al reemplazar la selva por plantaciones y sustituir lo que se encuentra encima del suelo, supusimos que habría un cambio considerable en lo que cae y se acumula. Queríamos saber qué tan grande podía ser ese cambio y empezar a comprender las consecuencias de reemplazar la selva sobre el funcionamiento del ecosistema”, explica Zaninovich.

Al comparar los dos ambientes, encontraron que en la selva la mitad de la necromasa estaba compuesta por detritos grandes -las ramas y árboles caídos-, mientras que la otra mitad correspondía a hojarasca fina, como hojas, flores y frutos. En tanto, en las plantaciones de pinos casi el 90 por ciento de la necromasa estaba formada exclusivamente por hojas (acículas) de pino.

“Esto es lógico porque la selva es un ambiente con una alta diversidad de árboles y otras plantas que nacen, crecen y mueren continuamente. En cambio, una plantación de pinos es un sistema joven donde todos los árboles son de la misma edad, muy pocos mueren y pocas plantas de otras especies logran colonizar el sitio, por lo que se genera un aporte muy bajo de detritos grandes”, agrega Zaninovich.

Los resultados sorprendieron a los investigadores. “Esperábamos encontrar menos necromasa en las plantaciones de pinos, pero la cantidad fue muy parecida entre los dos ambientes. Los datos recolectados nos permitieron estimar que, por cada hectárea, hay unas 13 toneladas, lo que equivale al peso de dos elefantes africanos”, mencionó Gatti, encargada de dirigir el proyecto.

El motivo de la similitud en el volumen de desechos entre ambos ambientes tendría que ver con los tiempos de descomposición. “Las hojas de los pinos se descomponen de forma muy lenta, entonces a medida que caen se acumulan sobre el suelo y forman el colchón tan característico de las plantaciones. En tanto, la hojarasca de los árboles nativos y otras plantas de la selva es más diversa y su descomposición es más rápida, por lo que va transformándose rápidamente en nutrientes por la actividad de los hongos, bacterias e invertebrados”, indica Zaninovich.

En el análisis de los resultados, los investigadores señalaron que la disminución en la cantidad de ramas y árboles caídos y el aumento en la cantidad de necromasa fina, mayoritariamente compuesta por hojas en las plantaciones de pinos, podría tener importantes consecuencias sobre el ecosistema. Por un lado, observaron que una menor cantidad de detritos grandes en los pinares causaban un menor almacenamiento de agua sobre el suelo, lo que impactaría sobre muchos organismos. Indirectamente, afectaría procesos como el ciclado de nutrientes, así como también impactaría sobre la diversidad de organismos del suelo, el almacenamiento de carbono e incluso en la probabilidad de incendios.

Como propuesta para mejorar el manejo de las plantaciones, los investigadores mencionaron en las conclusiones las experiencias de otros países como Suecia, que cuentan con una larga historia de manejo forestal. Reconocen el rol fundamental que tiene la necromasa e implementan técnicas para promover la acumulación de detritos grandes en las plantaciones, como ciclos de cosecha más largos, no retirar los árboles muertos y dejar algunos individuos de un ciclo de plantación al siguiente.

Para los científicos que participaron de la investigación, es imperioso empezar a aplicar estrategias integrales que tengan en cuenta el impacto de la intervención del hombre. “Necesitamos conocer cómo funcionan nuestros ecosistemas productivos para construir un verdadero uso sostenible del ambiente, garantizando la conservación de la biodiversidad, el bienestar social y un desarrollo económico apropiado y compatible con la permanencia de los ecosistemas naturales”, sostiene Gatti.

Si bien el hallazgo de una buena cantidad de necromasa en las plantaciones de pinos de Misiones puede ser considerado como un dato alentador, los investigadores destacan la importancia de cuidar esa característica. “El desafío ahora es mantener este mantillo, evitar quemarlo, triturarlo o retirarlo, lo que dejaría al suelo desnudo. También será necesario implementar algunas técnicas que permitan aumentar la cantidad de detritos grandes que almacenen agua, promoviendo de esta manera la estabilidad ambiental y la conservación de la biodiversidad en estos sistemas productivos”, concluyen los investigadores.

 

El trabajo original fue publicado en la revista Forest Ecology and Management y está disponible en el siguiente enlace.