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De microalgas a cascarilla de arroz, investigan alternativas para producir biocombustibles
La directora del QUIMOBI, “Mandhy” Chamorro, dio detalles de los proyectos que desarrollan, durante una entrevista en Chaco TV.
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La producción de combustibles alternativos a los derivados de fósiles a partir de materiales orgánicos, es una de las áreas de la investigación científica que ha alcanzado un gran desarrollo durante los últimos años. En la región, el Centro de Investigación en Química Orgánica Biológica (QUIMOBI) avanza en diversas líneas de trabajo, que generan cada vez más interés en el ámbito empresarial.
En el marco del ciclo de entrevistas que CONICET Nordeste desarrolla en el programa “Un Buen Día” de Chaco TV, la directora del QUIMOBI, Ester “Mandhy” Chamorro, brindó detalles de las investigaciones que se desarrollan para la producción de biodiesel y bioetanol. También destacó el aumento del interés por parte del sector industrial en obtener asesoramiento científico para producir sus propios combustibles.
La necesidad creciente de combustibles líquidos a nivel mundial y la legislación vigente en nuestro país –que establece que un porcentaje de los productos que se comercializan tengan origen orgánico-, consolidaron a la investigación en biocombustibles como un tema prioritario. “Si bien desarrollamos varias líneas en el QUIMOBI, la de producción de biocombustibles, tanto de biodiesel como de bioetanol, es una de las principales en este momento, debido al interés que despierta en múltiples sectores”, comentó Chamorro, durante el programa emitido el jueves 29 de octubre.
Actualmente, la demanda del sector productivo está orientada principalmente hacia el biodiesel. “Estamos trabajando con semillas de algodón. Se usan las que son clasificadas de segunda calidad, que son las que no se utilizan para otros fines. De esa manera, la producción del biocombustible no compite con los aceites que se fabrican a partir de materias primas destinadas a la alimentación”, señaló la investigadora.
“El desarrollo en Chaco y en toda la región en materia de biocombustibles es todavía muy incipiente. La producción aún no es muy grande, pero algunas empresas y pequeños productores ya están trabajando en la obtención y hay cada vez más interesados. El objetivo final es lograr que el productor pueda autoabastecerse y cubrir su demanda de combustible a través de la producción propia”, explicó Chamorro.
Microalgas, una nueva alternativa
La investigaciones de los científicos que trabajan con biocombustibles en el Nordeste están orientadas a lograr nuevas alternativas para que la fabricación no interfiera con ningún otro sector productivo, especialmente el alimenticio. En ese marco, surge la posibilidad de obtener recursos a través de microalgas, lo que constituye una de las líneas de trabajo más destacadas para el QUIMOBI.
“La producción de biocombustibles a partir de microalgas es muy amplia, ya que son muchas las especies que se pueden producir a cielo abierto. Son consideradas materias primas de segunda y de tercera generación y todavía estamos en etapa de investigación para determinar cuáles son las mejores alternativas”, explicó Chamorro. También resaltó que las microalgas poseen el mejor rendimiento de aceite anual por hectárea, no requieren de tierra fértil y no son utilizadas masivamente como alimento.
Mientras se avanza en esta línea, también se trabaja en la producción de bioetanol a partir de residuos del sistema productivo agrícola, como la cascarilla de arroz. “El arroz es uno de los principales cultivos en Corrientes, por lo que se genera un volumen muy importante de residuos, que son molestos para el productor y tiene pocas aplicaciones. Tenemos un proyecto para producir bioetanol a partir de la cascarilla de arroz, reemplazando otras fuentes tradicionales, como la caña de azúcar”, detalló la investigadora.
Chamorro recordó que, de acuerdo a la legislación vigente, el 10% de la composición de los combustibles que se comercializan en Argentina corresponde a biocombustibles. “Está previsto que ese porcentaje vaya creciendo a lo largo de los años, con el objetivo de ir reemplazando los derivados de combustibles fósiles, que son recursos no renovables. Por eso, es clave el desarrollo de este tipo de investigaciones”, concluyó.
Equipo de trabajo
El QUIMOBI funciona en las instalaciones de la Facultad Regional Resistencia de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN). Desde 2007, forma parte del Instituto de Modelado e Innovación Tecnológica (IMIT, CONICET – UNNE), como Centro de Investigación, lo que permitió consolidar los niveles de producción y formación de recursos humanos.
El grupo de trabajo está compuesto por cerca de 40 recursos humanos, entre estudiantes avanzados y profesionales de diversas especialidades, como la ingeniería química y la bioquímica. Para más información, se puede visitar la web www.frre.utn.edu.ar/quimobi.
Por Cecilia Fernández Castañón. CCT Nordeste.