SEMANA DE LA DIVERSIDAD CULTURAL

Un investigador del CONICET fue escogido para participar en un proyecto de UNESCO contra la discriminación a afroparaguayos

Ignacio Telesca estudia la historia social del Paraguay entre los siglos XVIII y XIX y, desde 2015, es parte de “La ruta del esclavo”.


Ignacio Telesca en la reunión del comité internacional "La ruta del esclavo" en Benín. Foto: gentileza investigador.

La invisibilización a los afrodescendientes es evidente: la primera oleada de africanos en América del Sur sucedió con la conquista, cuando llegaron como esclavos, y desde entonces su historia se escribió ligada a la discriminación y a la falta de reconocimiento de su lugar dentro de la población. En los intersticios de ese racismo que perdura en el tiempo, el científico argentino Ignacio Telesca -doctor en Historia e investigador del CONICET especializado en la historia social del Paraguay entre los siglos XVIII y XIX- fue elegido por el gobierno paraguayo para conformar el Proyecto La ruta del esclavo, un proyecto de un comité internacional de investigadores auspiciado por la UNESCO que impulsa acciones para que de una vez por todas se termine el silencio sobre la trata y la esclavitud a la que históricamente fueron sometidos los afrodescendientes y se reviertan los prejuicios raciales que continúan imperando.

Telesca, que pertenece al Instituto de Investigaciones sobre Lenguaje, Sociedad y Territorio (INILSyT) de la Universidad Nacional de Formosa (UNaF), acaba de volver de Benín, un país al oeste de África, donde se realizó la última reunión del comité internacional de La ruta del esclavo, compuesto por veinte miembros de países como Brasil, Islas Mauricio, Costa Rica, Sudáfrica, México, Cabo Verde, Jamaica, Haití, Francia, Nigeria, entre otros. “Fue muy interesante que el gobierno paraguayo me haya propuesto para representarlo siendo argentino”, dice el científico, elegido por su trayectoria como historiador especializado en la sociedad paraguaya de los siglos XVIII y XIX, una época en la que parte de la población eran esclavos afrodescendientes. “Hoy no sabemos qué porcentaje de la población se reconoce como afro en Paraguay, pero sería bueno que los censos arrojasen ese número”, señala. “Sin embargo, en nuestras sociedades, tanto en la paraguaya como en la argentina, somos una mezcla muy grande entre europeos, indígenas, afros y más, y no siempre es sencillo ubicarse simplemente en un casillero como ‘afrodescendiente’. Al mismo tiempo, vemos que hay una ideología del supremacismo blanco en crecimiento y gobiernos racistas que son cada vez más preocupantes”.

En la reunión del proyecto impulsado por la UNESCO -que se creó y funciona desde hace 25 años- los científicos discutieron y pusieron en común puntos de vista con el objetivo de definir nuevos enfoques para la enseñanza de la historia, teniendo en cuenta las raíces afro, preservar y promocionar sitios e itinerarios de memoria relacionados con la trata negrera y la esclavitud, alentar investigaciones sobre regiones desatendidas y preservar los archivos y el patrimonio de la cultura afro. “La economía mundial se hizo a costa de la esclavitud afro: es hora de que sean reconocidos, que los gobiernos pidan perdón, asuman sus raíces, reconozcan el rastro afro en su historia local. La idea es hacer estudios, procurar, luchar para que cada país tenga su ley de reconocimiento de las comunidades afrodescendientes”, dice Telesca.

 

Un argentino que estudia al Paraguay

¿Por qué un investigador estudia a Paraguay desde Argentina? Por empezar, la comunidad paraguaya es la comunidad extranjera más importante en el país. Además, Argentina comparte fronteras con Paraguay en Misiones, Corrientes y Formosa, y participa en proyectos binacionales como la central eléctrica Yacyretá. Yendo hacia atrás, los dos países, en algún momento, constituyeron el mismo Virreinato del Perú y el mismo Virreinato del Río de la Plata. Todos esos nexos fueron los que lo llevaron a Telesca a comprometerse con la historia paraguaya. En realidad, el periplo que desandó desde que se recibió como maestro hasta que llegó a convertirse en investigador del CONICET fue muy peculiar. Una vez graduado, desde Buenos Aires, se fue a trabajar como maestro rural en un pueblo de Misiones, y al año siguiente conoció una comunidad indígena del Paraguay, donde finalmente se instaló a vivir. Ese sería el puntapié de sus preocupaciones e intereses.

Para entender más de esa comunidad que lo adoptó como ciudadano, decidió estudiar Historia. Ingresado al CONICET en el 2009, y en parte por la gran cantidad de paraguayos que viven allí, Telesca se asentó finalmente en Formosa, la provincia fronteriza con Paraguay, para darle curso a sus investigaciones ampliando también su objeto de estudio. “La paraguaya es una población muy importante en el este de Formosa, donde se escucha hablar guaraní normalmente”, señala el científico, “de hecho, hasta la guerra de la Triple Alianza, el territorio que hoy es Formosa pertenecía al Paraguay”. Según el censo de 1895 -el primero que se hizo en Formosa- el treinta y siete por ciento de la población de la provincia había nacido en Paraguay. “Y si contamos los hijos de las paraguayas llegamos a la mitad”, agrega el investigador, que ahora trabaja en la confección de un censo para conocer y actualizar los datos de la cantidad de guaraní parlantes que hay en Formosa y cuál es su situación –si sufren discriminación o si se sienten incluidos- en el imaginario de la comunidad.

“Cuando me inmiscuí en el tema del mundo afrodescendiente en Paraguay me di cuenta que era un espacio de vacancia en la investigación”, explica Telesca. “En un principio me interesaba del Paraguay el mundo jesuítico, no tanto de las misiones como del Colegio de Asunción y sus actividades. Al ir profundizando en el tema me llamaron la atención una serie de cuestiones étnicas que no estaban muy analizadas, como por ejemplo la ausencia de la categoría de ‘mestizo’”, reconoce en ese sentido. “En los primeros censos coloniales, yo vi que en Paraguay la categoría ‘mestizo’ no existía: había indígenas negros o españoles. Me enfoqué entonces en una estancia jesuita con población afrodescendiente que tenía el Colegio. Cuando los jesuitas fueron expulsados, en 1767, el Colegio de Asunción tenía entre su ranchería y sus estancias 1002 esclavizados, lo que representaba una tercera parte de los esclavizados de Paraguay. Esos esclavos eran afrodescendientes. Mi intención fue ver qué pasó antes y después de la expulsión de los jesuitas con esa población.”

Después de la Guerra de la Triple Alianza, donde Paraguay enfrentó a Argentina, Brasil y Uruguay, que finalizó en 1870, el país quedó destruido y tuvo que pensarse una identidad, donde el aspecto étnico le brindó una base sólida. “A partir de entonces el Paraguay comienza a reconocerse como un pueblo mestizo donde ‘el pigmento negro no ensombrece nuestra piel’, como diría un Álbum Gráfico que celebraba el primer centenario de la independencia”, explica. Telesca decidió entonces enfocarse en el siglo XIX para comprender esta sociedad paraguaya previa a la guerra -una sociedad eminentemente campesina-, y estudiar la relación entre campesinado, tierra y Estado. Eso lo llevó a especializarse en el tema de los afroparaguayos. Como reconocimiento a estas investigaciones el Congreso del Paraguay le otorgó la Medalla Cabildo, por su contribución a la investigación y preservación de la historia del Paraguay, y a su vez lo escogió como su representante para participar en el Proyecto Ruta del Esclavo de la UNESCO.

Actualmente también se encuentra colaborando en la redacción del proyecto de ley para el reconocimiento de la población afroparaguaya como una minoría étnica. El pasado 8 de octubre se realizó la primera audiencia pública con los miembros de ambas cámaras del Parlamento para presentar el anteproyecto. “Esa ley sería la posibilidad de prevenir y sancionar penalmente actos de racismo y de discriminación contra las comunidades afroparaguayas”, se entusiasma Telesca.

 

Por Cintia Kemelmajer