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Ciencia y Justicia en el NEA: Dora Barrancos disertó sobre Género y Derecho
La directora del área de Ciencias Sociales y Humanidades del CONICET participó del Primer Encuentro de Cuerpos Forenses de las provincias del Nordeste
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La investigadora y directora del área de Ciencias Sociales y Humanidades del CONICET, Dora Barrancos, participó del primer Encuentro de Cuerpos Forenses del NEA, que comenzó el jueves 21 de junio en la ciudad de Corrientes. Su disertación se realizó en el marco del Programa Ciencia y Justicia del Consejo y estuvo titulada “Género, Derecho y Justicia”.
De la apertura del encuentro, organizado por el Poder Judicial en colaboración con el CONICET Nordeste, participó el presidente del Superior Tribunal de Justicia de Corrientes, Guillermo Sehman y los ministros Alejandro Chaín y Luis Eduardo Rey Vázquez. Durante la charla, que se extendió por más de una hora, la socióloga especialista en género realizó un repaso histórico que abarcó desde los orígenes de los sistemas de justicia hasta las más recientes incorporaciones de figuras relativas a la mujer, como la del feminicidio.
“La justicia es un empeño de toda la sociedad. No debería ser solamente un reducto o una fórmula de poder dentro del orden de los tres poderes republicanos”, dijo Barrancos al iniciar su presentación y se refirió a los orígenes del programa impulsado desde el CONICET. “Desde 2015 los cuerpos científicos y los sistemas de justicia están trabajando en conjunto, permitiendo la articulación con distintas provincias a través de convenios. Espero que en el caso del NEA podamos establecer convenios generales y específicos para atender cuestiones particulares y mejorar el desempeño de la justicia en esta región del país”, dijo.
Barrancos destacó la concepción del estado moderno que se configura a través de aportes como el de Catharine MacKinnon, en su obra llamada Hacia una teoría feminista del estado. "No se asusten: no quiere decir que el estado se va a convertir en un lugar solo para mujeres. Pensar eso es un error. Tiene que ver con que el estado tiene que reconocer cuán patriarcal ha sido, cuán constituido está sobre valores y prerrogativas masculinas”, señaló.
“El patriarcado es un sistema de exclusión y segregación en el cual hay jerarquías entre los sexos”, aseguró la investigadora y marcó el inicio de este orden en el Neolítico Superior. “Es inútil pensar que Dios o Mahoma han querido que los hombres sean más reconocidos que las mujeres. Esto es una creación terrenal, exclusivamente sociocultural, que se relaciona con las transformaciones en los modos de vida que las especies tuvieron durante ese período”, agregó.
También se refirió al concepto de familia y advirtió que “siempre deben ser vistas en plural, aun cuando los códigos civiles hablan de una familia utópica que es muy difícil de encontrar en la realidad”. “A raíz de las mayores prerrogativas patriarcales del Siglo XIX, las familias pudieron ser compatibles con una doble moral para los varones, pero con una única y exigida moral para las mujeres. Esos desdoblamientos subsisten aún hoy en toda América Latina y mientras tanto, las mujeres fueron dramáticamente segregadas en la vida doméstica, imposibilitadas en el uso del derecho de la ciudadanía”, sostuvo la disertante.
Respecto al papel que desempeñó la ciencia en el ordenamiento del sistema del estado, Barrancos consideró que en el Sigo XIX “fue una gran regente, mucho más que ahora”. “En ese entonces, la sensibilidad de determinados grupos respecto a la subordinación de lo que decía la ciencia era total. La gente del Derecho, por ejemplo, tenía muy en cuenta lo que decían las normativas biológicas y fisiológicas. Pero las ciencias se equivocaron muchísimo en esa etapa. Fueron sumamente patriarcales y estaban ejercidas, en una enorme proporción, por varones, ya que las mujeres casi no podían ingresar al sistema universitario”, señaló.
“En el Siglo XX, el Derecho coaguló de manera muy empática con la condición masculina, habida cuenta de que los magistrados eran varones, la ciencia estaba en manos de varones, el orden público estaba en manos de varones, mientras que las mujeres estaban segregadas a la vida de la familia y el hogar. Por eso es que las primeras graduadas universitarias en el mundo fueron en el área de Medicina. La razón es elemental: es un área de cuidado. Se debe a esta atribuida condición de que las mujeres eran las cuidadoras. Sólo servían para la reproducción y para cuidar, porque tenían una inteligencia inferior a la de los varones”, recordó.
“La mayor conquista del patriarcado ha sido convencer a la subjetividad femenina que es inexorable, que está originado en un pacto divino. Es el triunfo más doloroso del patriarcado. Necesitamos una transformación fundamental de todos los individuos de nuestra sociedad y eso incluye un cambio de mentalidad en las magistradas y los magistrados. Apostamos a esas nuevas sensibilidades y a una mejor información acerca de estas cuestiones que hemos intentado resumir”, finalizó.
Acerca de Ciencia y Justicia
El Programa Nacional Ciencia y Justicia tiene como fin fortalecer los lazos entre la comunidad científica y los poderes judiciales, el Ministerio Público de la Defensa y defensores de todo el país, para acercar las ciencias de aplicación forense a la sociedad. En este contexto, facilita los vínculos operativos entre el CONICET y coordina estratégicamente en un marco institucional, la relación entre investigadores, institutos y centros del organismo.
La participación de Dora Barrancos en el encuentro de Cuerpos Forenses fue gestionada a través de la Oficina de Vinculación Tecnológica del Centro Científico Tecnológico CONICET Nordeste, junto al Poder Judicial de Corrientes. Cabe señalar que ambas instituciones están trabajando en conjunto a través de un convenio suscripto en 2017.
Dora Barrancos es una socióloga e historiadora reconocida por su trayectoria en el campo de los Estudios de Género. Es investigadora principal Ad Hororem del CONICET en el Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género (IIEGE) de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Por Cecilia Fernández Castañón – CCT Nordeste