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Hantavirus: especialistas del CONICET comparten sus conocimientos

Paula Padula, Noemí Gardenal y Fernando Goldbaum explican qué es y cómo se transmite el virus y las características de los roedores transmisores.



Algunas variantes de hantavirus producen una enfermedad viral aguda grave. Los ratones silvestres (principalmente los colilargos) eliminan el virus a través de la saliva, las heces y la orina y el mismo es transmitido a las personas por inhalación, por contacto directo o mordeduras de un roedor infectado o bien por contagio interhumano (por vía aérea, en el caso de la variante denominada Andes). Son virus ARN que pertenecen a la familia Bunyaviridae, la que incluye agentes causales de dos graves enfermedades humanas: la Fiebre Hemorrágica con Síndrome Renal en Asia y Europa y el Síndrome Cardiopulmonar por Hantavirus (SCPH) en América.

Una doctora en Ciencias Químicas, otra en Ciencias Biológicas y un Bioquímico y doctor en Microbiología e Inmunología del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), brindan información sobre este tema de público conocimiento.

Ratón silvestre colilargo. Foto: gentileza IDEA.

Información técnica sobre el Hantavirus

Paula Padula es miembro de la Carrera del Personal de Apoyo del CONICET y trabaja en el Departamento de Virus de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud “Dr. Carlos G. Malbrán” (ANLIS). La doctora en Ciencias Químicas nos brinda información técnica sobre el roedor transmisor, zonas afectadas, principales síntomas de la enfermedad y medidas de prevención para la población.

¿Cuáles son las características de los roedores transmisores?

A los ratones transmisores se los llama colilargos puesto que su cola mide dos veces su cuerpo: mientras que el cuerpo tiene una longitud de entre 6 y 8 cm, la cola alcanza los 11-15 cm. Pesan entre 17 y 35 gramos. Es importante diferenciarlos de las ratas que tienen tamaño mucho mayor; los colilargos no se desplazan por lugares como basurales donde sí se encuentran las ratas. Las madrigueras de los colilargos pueden hallarse entre arbustos, árboles, grietas o huecos que encuentren en troncos o debajo de ellos. Son de hábitos nocturnos, aunque tienen períodos de actividad crepuscular. Se desplazan dando saltos y trepan. Logran entrar a habitaciones por agujeros del diámetro de un lápiz.

¿Qué zonas de nuestro país son las más afectadas? En el pasado, ¿existieron otros brotes en Argentina? ¿Hay presencia del virus en otros países?

En nuestro país las áreas endémicas incluyen algunas áreas de las provincias de Salta y Jujuy y el oeste de Formosa; la zona Central o Pampeana que incluye la Ciudad de Buenos Aires, y las Provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos; la zona Nordeste: Misiones, Corrientes y este de Formosa y la zona Suroeste (Andina) integrada por las provincias de Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz. Es importante aclarar que las áreas de distribución de los roedores -en las que se ha detectado el virus alguna vez- son geográficamente muy limitadas.

Los brotes comenzaron a detectarse en el sur de Argentina en 1996. La mayoría de los países de América ha confirmado la presencia del virus.

¿Cuáles son los síntomas de la enfermedad?

Se sospecha que un paciente tiene hantavirus cuando presenta fiebre, dolores musculares, escalofríos, dolores de cabeza, náuseas, vómitos, dolor abdominal y diarrea. En cuadros avanzados, se presenta una dificultad respiratoria y se tiene en cuenta si presenta antecedentes de riesgo como residencia o excursiones a áreas rurales, contacto con roedores silvestres, su orina o deposiciones, haber realizado tareas de desmalezamiento, limpieza de casas deshabitadas, bodegas o galpones. En ese caso, se lo deriva a un centro asistencial.

¿Qué medidas de prevención puede tomar la población en las localidades en las cuales se ha detectado el virus?

No ingresar a lugares que han estado cerrados por mucho tiempo, ventilar por 30 minutos las bodegas y leñeras de las casas antes de ingresar y realizar una adecuada limpieza de los lugares cerrados por largos períodos utilizando guantes, mascarillas y cloro.

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Equipo de trabajo de Inmunova. Foto: CONICET.

Hantavirus: la importancia del trabajo mancomunado

Noemí Gardenal es investigadora principal del CONICET (actualmente jubilada contratada ad honorem) y trabaja en el Instituto de Diversidad y Ecología Animal de Córdoba (IDEA, CONICET-UNC). Allí, lidera el Laboratorio de Genética de Poblaciones y Evolución.

“En los últimos años se avanzó mucho en el conocimiento de la taxonomía y las relaciones filogenéticas de los roedores sudamericanos. Es indispensable identificar correctamente las especies en las cuales los virólogos detectan variantes genéticas de hantavirus y determinar su distribución geográfica, ya que esto define el área en la cual se pueden dar casos de la enfermedad”, sostiene la doctora en Ciencias Biológicas quien junto a su equipo estudia hace años a los roedores que actúan como hospedadores y reservorio del virus. Los trabajos publicados por el laboratorio cuentan con la colaboración de un grupo del Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas “Dr. Julio I. Maiztegui” de la ANLIS -que son quienes realizan los ensayos virológicos- y con la participación del grupo de ecología de roedores de la Universidad Nacional de Río Cuarto.

La científica reconoce la importancia de profundizar las investigaciones tendientes a conocer cuáles de esas especies actúan como verdaderos reservorios de los diferentes tipos de virus: “es decir, es importante conocer las especies que se infectan, replican el virus, cursan viremia persistente y lo eliminan por orina, saliva, heces o sangre, manteniéndolos en la naturaleza por transmisión horizontal”.

Gardenal aclara que “en otras especies de roedores es posible detectar hantavirus como resultado de una infección ocasional, de corta duración, y por consiguiente no tienen importancia sanitaria. También se realizaron estudios en aspectos ecológicos como ciclos poblacionales en la naturaleza, preferencia de hábitats, patrones de dispersión, entre otros. Sin embargo, estos estudios se centraron principalmente en la especie reservorio del hantavirus Andes y debieran extenderse a otras especies, hospedadoras de los restantes genotipos virales”.

Para concluir, la doctora destaca el valor de la multidisciplina para abordar temáticas con tanta incidencia en la población. “Para abordar la problemática de estas zoonosis que afectan varias regiones de Argentina es imprescindible el trabajo conjunto, coordinado, de mastozoólogos, virólogos, médicos infectólogos, ecólogos, genetistas poblacionales y especialistas en filogenia molecular; en nuestro país contamos con investigadores idóneos en todas estas áreas”.

Nota relacionada: “Diferentes especies de roedores son hospedadores de Hantavirus en la naturaleza”

 

En búsqueda de antisueros más potentes para neutralizar el virus que genera síndrome pulmonar

El doctor Fernando Goldbaum es Investigador Superior del CONICET con lugar de trabajo en el Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Buenos Aires (IIBBA, CONICET- Fundación Instituto Leloir). A su vez, es cofundador y director científico de Inmunova, una empresa de biotecnología argentina dedicada a la investigación y el diseño de una nueva generación de medicamentos destinados a la salud humana y animal. La Start-up es fruto de las investigaciones desarrolladas en el Leloir por científicos del CONICET. Desde 2016, trasladó sus instalaciones al Campus Miguelete de la Universidad Nacional de San Martín (UNSaM), donde fue alojada en el edificio de la Fundación Argentina de Nanotecnología (FAN).

El Bioquímico y doctor en Microbiología e Inmunología fue consultado a raíz del actual brote de Hantavirus presente en nuestro país y sobre los últimos avances y desarrollos que se están llevando a cabo desde Inmunova en la lucha contra el virus.

Si bien los síntomas se parecen a los de un estado gripal, se puede desencadenar el síndrome cardiopulmonar por hantavirus, el cual “es una enfermedad endémica en Argentina cuya principal característica es una muy alta tasa de mortalidad. Se trata de una enfermedad huérfana ya que no hay vacunas ni medicamentos específicos para tratarlos; el único tratamiento existente es de sostén para evitar la muerte del paciente en terapia intensiva con el objetivo de evitar el colapso del sistema pulmonar”.

Goldbaum sostiene que en Chile se han realizado previamente estudios que han demostrado que el suero de pacientes convalecientes puede llegar a proteger parcialmente a otras personas. “En realidad, se necesitan anticuerpos de mucha mayor potencia para poder proteger al paciente y un desafío importante es tener antisueros más potentes para neutralizar el virus”.

¿Qué trabajos viene desarrollando Inmunova y qué relación tienen los mismos con el suero que neutralizaría al hantavirus?

“Inmunova tiene una experiencia de varios años en el desarrollo de un antisuero potente para el Síndrome Urémico Hemolítico (SUH). Este antisuero es capaz de neutralizar a la toxina Shiga (la que produce el SUH) y nosotros los desarrollamos a través de ingeniería de proteínas: generamos un inmunógeno muy potente para luego inmunizar animales con el objetivo de obtener así antisueros en caballos. Después a través de técnicas de biotecnología, los convertimos en un medicamento. Estos antisueros son similares a los que se utilizan como antídotos frente a picaduras de serpientes o de alacranes y sirven para frenar la toxicidad”. La idea es generar un antisuero similar pero que combata al Hantavirus.

El especialista explica que recientemente Inmunova firmó un convenio con la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud “Dr. Carlos Malbrán” “para intentar desarrollar un antisuero que sirva como un medicamento para el hantavirus. Podemos aportar nuestra experiencia previa en los aspectos regulatorios y clínicos del desarrollo de un antisuero. Queremos hacer ingeniería de proteínas para aumentar la inmunogenicidad para obtener así anticuerpos los más potentes posibles para neutralizar el virus”.

El Instituto Malbrán tiene una amplia experiencia en la secuenciación del virus Andes y ha demostrado hace ya varios años la transmisión persona-persona de esta enfermedad. Al contar con un Laboratorio de Bioseguridad de Tipo 3, se puede amplificar, cultivar e inactivar el hantavirus en condiciones de bioseguridad adecuadas.

“Entre ambas instituciones vamos a intentar realizar en los próximos meses una prueba de concepto: demostrar si estos antisueros son capaces de neutralizar el virus en el modelo animal de la enfermedad. Si estos resultados son positivos luego vamos a intentar realizar una estrategia de desarrollo de un medicamento para la prevención del desarrollo del síndrome pulmonar por hantavirus”, concluye el investigador.